Zamora y el deporte mercenario: talento importado, ilusión subvencionada

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Zamora ama el deporte. Lo sigue, lo celebra, lo respira. Pero si uno rasca bajo la superficie de ese entusiasmo colectivo, se encuentra con una realidad incómoda: el deporte de élite en la provincia se ha convertido, en gran medida, en un escaparate de talento foráneo pagado con recursos locales. Y no hay crítica para las ayudas, sino para analizar de que sirven definitivamente.

El espejismo del talento importado

En el baloncesto femenino de Liga Femenina 2 o llamada ahora liga Challenge CD Zamarat, Zamora es una estación de paso. Jóvenes promesas de otras ciudades y países compiten aquí durante una temporada antes de continuar su carrera en otro lugar. Éxito instantáneo, sí, pero sin arraigo ni raíces.

El fútbol, con el Zamora CF como SAD, es otro ejemplo, en 1ªREF. El primer equipo está formado casi íntegramente por jugadores de fuera. Los zamoranos que han llegado a la plantilla se cuentan con los dedos de una mano. Sin embargo, el club recibe más de 200.000 euros anuales en subvenciones públicas —entre Ayuntamiento, Diputación 175.000 y Junta 18.285,05 euros—, dinero que ayuda a pagar nóminas de jugadores que apenas conocen la provincia más allá del estadio Ruta de la Plata. Y añadimos la historia de los derechos de imagen e información que este año limitan RRSS, y vídeos a más de 240 segundos, toda una libertad para el momento que vivimos.

El balonmano resiste como bastión de la cantera. El Balonmano Zamora, con su equipo masculino en Primera Nacional y su base femenina y masculina en categorías inferiores, mantiene en sus filas a jóvenes formados en casa. Aun así, necesita reforzarse con fichajes externos para competir con garantías. Su apoyo institucional ronda los 40.000 euros, una cantidad que se estira mucho más en categorías base que en nóminas de estrellas.

En el caso del CB Zamora en LEB Oro, la paradoja es mayor: espectáculo asegurado, triunfos deportivos y relevancia nacional, pero plantillas casi completamente extranjeras, en especial estadounidenses. Un lujo que también se sostiene con más de 150.000 euros en subvenciones, además de patrocinios privados. Un lujo para Zamora pero también el único espectáculo que llena el Ángel Nieto, un pabellón que se queda corto a veces y en otras muchas ocasiones ver 80 o 100 aficionados viendo un partido es re-triste

Hemos conocido en la élite el Futbol Sala, el Balonmano Zamora, el CD Zamarat, fueron otros tiempos y otras situaciones, ahora el cambio ha sido radical. Las campañas de socios llegan a donde llegan y la selección natural de la población que habita en la provincia no deja lugar a dudas, tener a jugadores en la élite será más que complicado,,

La cantera y los deportes invisibles

Y sin embargo, Zamora tiene cantera. Y tiene ejemplos de sobra de deportistas que alcanzan la élite con mucho menos ruido mediático.

El piragüismo es bandera: los hermanos Pedruelo se han proclamado campeones de España en K2 mixto, continuando una saga de éxitos que sitúa a Zamora en la élite de este deporte. El atletismo aporta nombres como Sonia Calvo, que ha corrido maratones internacionales y sigue siendo referente. Y deportes como judo, triatlón, tenis de mesa o ajedrez demuestran que hay vida más allá del fútbol y el baloncesto.

Todos ellos reciben apenas unas migajas en comparación: pequeñas becas o ayudas municipales de 500 o 1.000 euros al año, lejos de las cantidades que mueven los grandes clubes. Pero son ellos los que representan el verdadero orgullo local, compitiendo con la bandera de Zamora allá donde van.

Deporte con identidad frente a espectáculo pasajero

La pregunta es clara: ¿para quién es realmente este deporte de élite subvencionado?

  • ¿Para las instituciones que presumen de éxitos ajenos?

  • ¿Para las empresas que lucen sus logos en camisetas que pronto se irán a otra ciudad?

  • ¿O para una afición que aplaude nombres que cambiarán de equipo en cuestión de meses?

El deporte debería ser más que fichajes. Debería ser pertenencia, identidad, comunidad. Y Zamora tiene la oportunidad de apostar por un modelo que valore tanto los equipos de cantera como a los deportes minoritarios.

Un modelo que repensar

Zamora subvenciona la esperanza deportiva de otros. Mientras tanto, sus propios jóvenes talentos siguen entrenando sin escaparate y con recursos mínimos.

Quizás sea momento de hacerse la pregunta incómoda: ¿queremos victorias a cualquier precio o un deporte con identidad zamorana? ¿Preferimos éxitos pasajeros con jugadores importados o sembrar referentes para las próximas generaciones?

Porque el deporte, al final, no son solo resultados. Es pertenencia. Y en Zamora, esa esencia se está perdiendo entre contratos, vuelos y ruedas de prensa.