Daniel Boyano reivindica la importancia de los glaciares y el legado montañoso de Sanabria

Daniel con CDAM ALmanzor
El montañero sanabrés participó en las XVI Jornadas de Montañeros Abulenses, donde abordó la crisis climática en las alturas y el valor cultural de las cumbres

El montañero y geógrafo ambiental sanabrés Daniel Boyano Sotillo participó este viernes 21 de marzo en las XVI Jornadas de Montañeras y Montañeros Abulenses, organizadas en la ciudad de Ávila por el Club Deportivo Almanzor. La cita, que congregó a apasionados de la montaña de toda la región, sirvió para conmemorar el Día Mundial de los Glaciares y reflexionar sobre la importancia de estos ecosistemas en el contexto del cambio climático.

Durante su intervención, Boyano ofreció una ponencia en la que repasó sus expediciones por algunas de las montañas más emblemáticas del planeta, desde los Andes hasta el Himalaya, pasando por el Ártico, los Alpes o el Atlas. Sin embargo, su discurso no solo se centró en la aventura y la exploración, sino también en la crisis ambiental que afecta a los paisajes de altura. La desaparición de glaciares, el impacto de infraestructuras como parques eólicos y solares en entornos montañosos y la relación cultural y espiritual de diversas civilizaciones con estas cumbres fueron algunos de los temas tratados.

Sanabria, tierra natal de Boyano, tuvo un protagonismo especial en la ponencia, al ser una de las pocas regiones del oeste ibérico con evidencias claras de modelado glaciar. El montañero señaló la singularidad del entorno del Lago de Sanabria como un vestigio de la última glaciación y subrayó la necesidad de proteger estos espacios, no solo por su valor ecológico, sino también por el significado cultural e histórico que encierran.

Más allá del análisis científico, Boyano abordó la visión mitológica de las montañas en distintas culturas. Desde el Monte Olimpo en Grecia hasta el Fujiyama en Japón, pasando por el Ararat, donde la tradición sitúa el desembarco del Arca de Noé, su exposición evidenció cómo estos colosos de roca han sido considerados a lo largo de la historia como lugares sagrados, puntos de conexión entre la tierra y el cielo.