El Tercio Viejo de Zamora y la Batalla de Empel: un legado que sigue vivo

corona flores empel
Pocas fechas en el calendario militar español resuenan con tanta fuerza como la Batalla de Empel, aquel episodio épico ocurrido la noche del 7 al 8 de diciembre de 1585, cuando los tercios españoles —entre ellos el Tercio Viejo de Zamora— obraron lo que la historia ha bautizado como “el Milagro de Empel”

 Un combate que no solo cambió el curso de la guerra en Flandes, sino que se convirtió en símbolo de identidad, coraje y mística soldadesca para generaciones posteriores.


Zamora, tierra de frontera durante siglos, ha entregado siempre a la historia hombres duros, disciplinados y acostumbrados a situaciones extremas. No es extraño que el Tercio Viejo de Zamora fuera protagonista de uno de los momentos más determinantes de los tercios españoles: una batalla en la que la fe, la estrategia y la resistencia se entrelazaron hasta escribir una página inmortal.

El Milagro que cambió una derrota segura

El escenario era desolador. El Tercio Viejo de Zamora, junto con otras unidades, se encontraba sitiado en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Waal. Los rebeldes holandeses, aplicando su célebre táctica de inundación, habían anegado el terreno. Para los soldados españoles, helados, sin víveres y sin posibilidad de escapar, aquello parecía el preludio del final.

Fue entonces cuando un soldado excavó por azar y encontró una tabla flamenca que representaba a la Inmaculada Concepción. El hallazgo inflamó los ánimos de unos hombres que no conocían la rendición. Aquella noche, una fortísima helada endureció las aguas que debían asegurar la victoria enemiga. Los barcos holandeses quedaron atrapados. El camino se abrió, literalmente, ante los soldados españoles.

El ataque de los tercios fue fulminante: derrotaron a una fuerza muy superior y los rebeldes huyeron, incapaces de comprender cómo los hombres que deberían estar derrotados avanzaban con tal firmeza.

La victoria fue tan impresionante que desde entonces la Inmaculada Concepción es la patrona de la Infantería Española.

Orgullo zamorano: el Tercio Viejo de Zamora

Entre los protagonistas de aquella gesta estaba el Tercio Viejo de Zamora, una de las unidades veteranas del Imperio, formada por hombres que conocían la disciplina, el frío, la precariedad y el combate cuerpo a cuerpo. Zamora, en los siglos de los tercios, aportó miles de soldados a la Monarquía Hispánica y fue cantera natural de capitanes y alféreces.

No es solo historia militar: es historia zamorana.
Y es un orgullo que hoy muchos ciudadanos sienten como propio.

Recreaciones históricas: cuando Empel revive en Zamora

Durante años, la ciudad ha acogido recreaciones históricas que permiten acercarse a aquel episodio con rigor y emoción. Uniformes de época, arcabuces, banderas de los tercios y formaciones cerradas devolvieron a las calles y plazas zamoranas el espíritu de una unidad que pisó Europa hace más de cuatro siglos.

Estas recreaciones —siempre apoyadas por grupos de divulgación, asociaciones de historia militar y voluntarios locales— han sido mucho más que un espectáculo:

  • Recuperaron la memoria del Tercio Viejo de Zamora.

  • Acercaron a los jóvenes una parte orgullosa de nuestra identidad.

  • Recordaron la disciplina, la camaradería y el sacrificio de los tercios.

  • Reivindicaron la aportación de Zamora a la historia española.

Para muchos zamoranos, ver ondear de nuevo los estandartes, escuchar los tambores de fila y contemplar a los arcabuceros en formación fue un motivo de orgullo profundo: un diálogo entre el pasado y el presente.

Un legado que permanece

La Batalla de Empel no es solo una hazaña táctica o un relato legendario. Es un símbolo:
la resistencia ante lo imposible, la fe en la victoria, la capacidad de un grupo de hombres para cambiar su destino cuando este parecía ya escrito.

Para Zamora, es también una forma de recordar su presencia en la gran historia:
una provincia pequeña en población, pero gigante en hombres que contribuyeron a moldear Europa.

Hoy, cada vez que se acerca el mes de diciembre, la memoria del Milagro de Empel vuelve a encender el orgullo zamorano. Y es que el Tercio Viejo de Zamora, aquel que se abrió paso sobre el hielo, sigue siendo espejo y ejemplo: de carácter, de identidad y de historia compartida.

Un legado que no se puede —ni se debe— olvidar.