Benavente ¿Ciudad sin Ley en el cercano norte de la provincia?

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Benavente: tres fines de semana, demasiadas peleas

Benavente vuelve a ser noticia, y no por su feria del toro, ni por sus vinos, ni por el empuje de sus gentes. Lo es por algo mucho más preocupante: tres fines de semana consecutivos marcados por peleas, agresiones y un clima de inseguridad que ya nadie puede negar.

No se trata de incidentes aislados, ni de “cosas que pasan”. Es la confirmación de un problema que se agrava con el silencio institucional y con la sensación de que el orden público, en Benavente, hace rato que perdió el equilibrio.

En la madrugada de este fin de semana, tres varones han resultado heridos —uno de ellos con cortes de arma blanca— tras una nueva trifulca en pleno centro de la ciudad. Las sirenas volvieron a resonar, los vecinos volvieron a sobresaltarse, y los titulares, una vez más, hablaron de reyertas, de peleas y de alcohol. Tercer fin de semana consecutivo. Tercera advertencia. Y, por ahora, ninguna solución.

Una ciudad con miedo

Los benaventanos comienzan a vivir los fines de semana con la incómoda sensación de que el centro urbano se convierte en una trampa de madrugada. Quien sale a tomar algo sabe que no puede relajarse del todo. Quien vive cerca de las zonas de ocio, ha vuelto a perder el sueño. Y quienes deberían garantizar la tranquilidad —desde las instituciones hasta las fuerzas del orden— no parecen capaces de imponer un control efectivo o una presencia disuasoria real.
La inseguridad se ha instalado en la rutina de la ciudad, y eso es lo más grave de todo: la costumbre de convivir con el miedo.

 De los botellones a las agresiones

Lo que antes eran simples altercados de fin de semana se han convertido en episodios violentos con heridos, y en un caldo de cultivo donde los excesos, el alcohol y la impunidad se mezclan. La Policía Local y la Guardia Civil hacen lo que pueden, pero los efectivos son los que son. La pregunta es sencilla:
¿Dónde está la prevención? ¿Dónde están las medidas de refuerzo?
Porque Benavente no es una gran ciudad, y precisamente por eso no puede permitirse la sensación de abandono ni la dejadez institucional que empieza a respirarse.

Silencios incómodos y responsabilidades

Sorprende, además, el silencio de las autoridades locales. Ni una palabra de condena contundente, ni una propuesta de plan integral, ni una sola medida anunciada para reforzar la seguridad o limitar los puntos de conflicto. Se espera al siguiente fin de semana, y con él, a la siguiente pelea.
La inseguridad no se resuelve con comunicados, sino con presencia, acción y autoridad.
La Benavente tranquila, la de los paseos por el Prado de las Pavas o las terrazas de verano, está viendo cómo se erosiona su imagen por culpa de unos pocos violentos y de muchos que miran hacia otro lado.

 Tres semanas bastan

Tres fines de semana seguidos bastan para hablar de un problema estructural.
No es casualidad, es síntoma.
Síntoma de una falta de control en el ocio nocturno, de ausencia de vigilancia coordinada y de una respuesta política tibia, cuando debería ser firme y ejemplar. No se trata de criminalizar a la juventud, sino de restablecer el orden y la confianza. Las madrugadas de Benavente no pueden seguir siendo sinónimo de ambulancias, cuchillos y agresiones.

Cuando el silencio institucional es cómplice

Benavente merece volver a ser conocida por su cultura, su historia y su vitalidad, no por su violencia.
Este editorial no busca señalar, sino llamar a la responsabilidad: del Ayuntamiento, de la Subdelegación del Gobierno, de la propia ciudadanía. Porque cuando el silencio se impone, la violencia gana. Y Benavente no puede permitirse ni un fin de semana más como los tres últimos.

“Tres fines de semana bastan.”
Una frase que debería estar grabada en la agenda de todos los responsables públicos esta semana.