El Zamarat vuelve al lugar donde todo comenzó
Juan de Mena, Carlos Baz y Roberto Hidalgo en nombre del club naranja se reunieron en el gimnasio del Colegio Medalla Milagrosa con cuatro de las seis jugadoras zamoranas que iniciaron la aventura en 1994. El club, que nunca le ha dado la espalda a la Milagrosa, volvió hoy, de forma oficial y los sentimientos afloraron.
Mónica Barrios, Laura Rivera, Alicia Sampedro y Patricia Prada entraron a las 18:00 en el gimnasio del Colegio Medalla Milagrosa. De pronto, los recuerdos de los años de colegio y de los primeros pasos con el Zamarat llegaron a sus cabezas. El reencuentro con viejas amigas, compañeras y con Juan de Mena, artífice de un club que nació en el vestusto pabellón.
La vida, con sus cauces, había ido redirigiendo el destino de cada una de esas jugadoras que iniciaron la práctica del baloncesto femenino en Zamora. Algunas, todavía en la ciudad, otras fuera de ella, pero todas ajenas a ese "cole" en el que se forjaron como personas. Lo habían visto al pasar, habían recordado algunos de los momentos que les habían llevado a unir lazos de amistad inseparables pero no habían vuelto a entrar en él. Por eso cuando entraron en el gimnasio, en el que apenas había habido cambios, las cuatro jugadoras recordaron las horas de entrenamientos de baloncesto, las clases de gimnasia y retrocedieron 20 años en sus vidas para recordar la ilusión con la que esas niñas iniciaron un proyecto que hoy en día es grande gracias al trabajo que se hizo en esos años.
Juan de Mena también disfrutó de la visita al volver a recordar el germen del CD Zamarat, esa idea que nació de su cabeza y de la de su hermano y que fue posible gracias a la ayuda inestimable de su padre, primer presidente del club naranja. En ese pequeño gimnasio, que durante varios años sirvió como pabellón, muchas horas de esfuerzo y de trabajo, y también de satisfacción con el progreso de unas niñas que tenían ansia por aprender. Juan recordó anécdotas con las cuatro jugadoras y repasó las fotos colgadas en la entrada de varias de las plantillas del club. Una vez en el gimnasio oteó todos los rincones, recordando anécdotas, tardes de baloncesto en los albores de una aventura que nadie podía averiguar que llegaría tan lejos.
El club naranja, que un día tuvo que decir hasta luego al Colegio Medalla Milagrosa porque el crecimiento les llevaba a buscar un lugar mayor para entrenar, nunca quiso darle la espalda a su "cole" ni al objetivo inicial que persiguió: la promoción del baloncesto femenino entre las niñas de la ciudad. Por eso, 20 años más tarde, el club muestra con orgullo una cantera prolífica que será partícipe de un cumpleaños especial para toda la familia naranja.