Sayago tiembla entre cenizas: el humo de Cipérez reaviva los fantasmas del fuego
La comarca de Sayago vive estos días con el alma encogida. No es su suelo el que arde, pero el aire que respiran sus vecinos viene cargado de recuerdos amargos. Desde la provincia vecina de Salamanca, el incendio declarado en Cipérez ha traído no solo humo y ceniza en suspensión, sino también el miedo que acompaña a la incertidumbre. La imagen de la columna de humo al horizonte es suficiente para revivir en la memoria colectiva los episodios de devastación que, no hace tanto, marcaron a fuego la piel del territorio.
En localidades como Fermoselle, epicentro turístico de los Arribes del Duero, se reza en voz baja. El temor a una repetición de la pesadilla de aquel incendio intencionado que arrasó parte del paraíso natural sigue latente. La ceniza cae como una amenaza silenciosa y las morceñas incandescentes, arrastradas por el viento, inquietan incluso a los más acostumbrados al paisaje de verano.
Porque en esta tierra saben que el fuego no respeta fronteras, que la respuesta tarda más de lo que debería y que cuando todo pasa, el olvido institucional vuelve a echar raíces. Mientras tanto, el sur de Zamora observa el cielo con desconfianza, esperando que el humo vuelva a ser solo niebla… y no preludio de un nuevo desastre.