jueves. 28.03.2024

El apagón de las mañanas

El apagón de las mañanas

Me gustaría saber quién decide en el Ayuntamiento de Zamora a qué hora se enciende y se apaga el alumbrado público.

Debe de ser alguien que no madruga. O que madruga mucho y a las ocho y veinte de la mañana está ya en su confortable despacho, bien iluminado y calentito. Porque esa es la hora a la que, estos días, se apagan todas las farolas, focos y luminarias. ¿Ya es de día a las ocho y veinte? Pues no. Resulta que empieza a amanecer, pero aún no se ve un burro a dos pasos. Y menos en esta ciudad deprimida y deprimente en la que apenas quedan escaparates encendidos por la noche. ¿Será que esa hora no hay nadie por las calles y da igual el apagón? Tampoco. Resulta que a esa hora, las ocho y veinte de la mañana, las calles están llenas de... niños. De niños y de adolescentes. De escolares acarreando sus pesadísimas mochilas. A las ocho y media entran a los Institutos y a los Coles. Y el apagón les pilla de camino. Nos los dejan a oscuras y en la niebla.

¿Quién es el imbécil que cree que a las ocho y veinte de la mañana es de día y no hay nadie por las calles? ¿Podría la señora alcaldesa mandarlo a dar una vuelta por las calles a esas horas? A ver si hay suerte y se la pega contra alguna de sus farolas apagadas... Si no hay dinero, apaguen la luz de los despachos en los que no dan clavo, que son la mayoría. Pero no apaguen las luces de las calles por las que van medio dormidos y cargados como mulas los niños de Zamora. Por favor. Y saquen ahora mismo de la cama o del despacho a quien cree que las ocho y veinte de estos días es una hora buena para cegar calles y plazas.

El apagón de las mañanas
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