miércoles. 17.04.2024

Llega agosto, el mes querido por todos aquellos que viven en pueblos o que están deseando que lleguen estas fechas para poder poner rumbo a la zona rural y dejar atrás el caos de las grandes ciudades. Nos sumergimos en la comarca de Aliste, en este caso en un pequeño pueblo a 3 km de Alcañices, Vivinera. 

 

Llegadas de coches y maletas dejan claro que llegó la fecha de reunirse todos de nuevo. Calles con coches aparcados donde antes solamente había unos cuantos perros echados por el suelo en busca de sombras, conversaciones y saludos tan típicos como "¡cuánto has crecido!, ¿y tú de quien eres? o ¿qué tal ha ido el curso o el trabajo?" en las puertas de las casas que alertan de que el pequeño pueblo que durante el año está prácticamente vacío comienza a llenarse para pasar lo que serán dos días de fiestas. Nos situamos en el lunes 3 de agosto que, a pesar de ser comienzo de semana son muchos los que consiguen escaparse y pasar una noche llena de música con DJ Quiquin consiguiendo que todo el pueblo, desde los más mayores hasta los niños, dejen la vergüenza atrás y echen unos bailes al pie del arroyo del pueblo hasta altas horas de la madrugada. 

 

Caras de sueño resumen la mañana del 4 de agosto, prisas y colas en los baños por ser el primero en ducharse e ir a misa tras el repique de las campanas que llaman a todos para festejar Santo Domingo. No hay excusas, ni el calor ni el cansancio por haber dormido un par de horas consiguen que nadie se escaquee y hasta los más jóvenes acuden a lo que será la mañana con más gente reunida en el pueblo. Misa y una corta procesión por las calles del pueblo donde el santo y la Virgen van acompañados de canciones a su paso abren el segundo día de fiesta, donde tras ello todos se reúnen en el bar para tomar el conocido vermu y ponerse al día tras casi un año sin ver muchas caras. Tras las comidas familiares el agua se convierte en la protagonista, cubos, bañadores y chanclas o en este caso zapatillas para ser el más rápido están preparadas para quitar el calor con la guerra de agua donde el que no corre y sale a la calle corre el peligro de ser mojado a cubazos hasta media tarde. Llegan las 7 de la tarde y  por los caminos que llevan a las afueras de Vivinera circula la gente hasta llegar a una gran era porque lógicamente no podía faltar el juego por excelencia de la zona, que actualmente se conserva y practica todos los veranos, teniendo su propio campeonato en las fiestas locales, la tajuela. Es un juego donde se colocan dos chitos uno en frente del otro a una distancia grande y cada equipo de jugadores tira la piedra para poder tirar el chito. Siempre se puntúa al equipo que logre tirar el chito, si éste se cae se puntúan cuatro puntos y si no cae se tendrá en cuenta la piedra que quede más cerca del chito y se sumará dos puntos. Y es que todo el mundo quiere participar e intentar llevarse algún premio. 

 

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Tras un largo día de fiesta llega la hora de la noche y como es típico, todos se reúnen en la fuente del pueblo para cenar la "boya" y la limonada hasta la hora de la orquesta que dejará otro año más la fiesta marcada de pasodobles, bachatas, cumbias y un gran abanico de bailes que tendrán que esperar un año para poder volver a disfrutar. 

 

 

Vivinera celebra sus fiestas