viernes. 29.03.2024
El obispo del vicariato de Aguarico y presidente de la REPAM (Red Eclesial Pan-Amazónica) en Ecuador,  Adalberto Jiménez y un líder social de las comunidades afectadas por los derrames, Carlos Ajón, en Cáritas Zamora

El martes 7 de abril de 2020 ocurrió un derrame de crudo en el sector de San Rafael, en el límite de tres provincias de Ecuador: Napo, Orellana y Sucumbíos. Al menos 15.000 barriles, que suponen desastres 2.384.700 litros, fueron vertidos sobre los ríos Coca y Napo, constituyendo uno de los mayores desastres socioambientales en la Amazonía ecuatoriana en los últimos 15 años.

La causa fue la ruptura del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), el Oleoducto de Crudos pesados (OCP), y del poliducto Shushufindi – Quito. Esta ruptura se debió a una erosión que se venía produciendo en el cauce del río Coca lo cual provocó un hundimiento y derrumbe de tierra de unos 70 metros. Las aguas contaminadas de petróleo llegaron incluso a Perú.

Con el objetivo de sensibilizar sobre esta situación se encuentran hoy en Cáritas Diocesana de Zamora, el Obispo del vicariato de Aguarico y presidente de la REPAM (Red Eclesial Pan-Amazónica) en Ecuador,  Adalberto Jiménez y un líder social de las comunidades afectadas por los derrames, Carlos Ajón, dando testimonio de las terribles consecuencias, generadas por este problema, para la población y el medioambiente.

Por otra parte estos derrames afectan gravemente a la casa común, ya que la capa de crudo impide la entrada de la luz y el agua y el aire están contaminados. Esta situación está provocando la destrucción del ecosistema con muerte de plantas, algas y animales, que también se ven intoxicados. Los restos de crudo llegan a las playas y riberas y la toxicidad del suelo  y la vegetación de las zonas bañadas por el río. “Estos derrames suponen un desastre para nosotros a nivel familiar, alimentario, territorialmente…” comenta Ajón, que vive esta situación en primera persona en su comunidad. “De la mano de Cáritas ya se han realizado algunas acciones como la reforestación de 15.000 árboles o la instalación de una potabilizadora de agua”.

Otro ámbito que se ha visto afectado por los derrames de crudo es el del transporte y las comunicaciones. El petróleo ha modificado su tránsito, ensanchando su recorrido lo que dificulta si cabe aún más unas comunicaciones que ya eran arduas. Ajón habla de al menos “tres horas de viaje cuando una persona enferma para poder ser atendida”.

Además de las consecuencias ya citadas, la ruptura del Sistema del Oleoducto Transecuatoriano trae consigo otras como la vulneración de derechos de 109 comunidades indígenas: vulneración del Derecho al agua, vulneración del Derecho al acceso seguro y permanente a alimentos sanos, suficientes y nutritivos, vulneración del Derecho a la salud, vulneración del Derecho al ambiente sano y ecológicamente equilibrado y vulneración de Derecho a la información.

En este sentido, el obispo Adalberto Jiménez del vicariato de Aguarico en Ecuador apunta “a Cáritas le debemos mucho, por el apoyo para que no se vulneren los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. Estamos tomando acciones legales y de sensibilización con la ayuda de Cáritas Española. Como Iglesia demandamos al Estado y a las empresas petroleras por este daño tan grande a las comunidades. La Amazonía es el 48% del territorio nacional y solo tiene un millón de habitantes, mientras que el resto del país que es el 52% tiene 16 millones de habitantes. Entonces, no hay visibilidad de esta realidad. ”.

Consecuencias

Esta situación está afectando a 150 comunidades indígenas de las riberas de los ríos Coca y Napo, que ven como sus aguas, suelo y aire están contaminados. No tienen acceso a agua potable, tampoco a agua para sus cultivos y para sus animales, sus cultivos están contaminados, les falta higiene y la exposición está causando graves enfermedades respiratorias, de la piel, digestivas, cáncer etc.

Como comenta Carlos Ajón, líder social de una de estas comunidades indígenas, “vivimos del río y ahora todo está contaminado. No podemos pescar, bañarnos ni sembrar. Sembramos al lado del río porque es más fácil, pero ahora no podemos cultivar café, maíz y cacao que es una gran fuente de ingresos por su comercialización”.

Por todo ello, dese Cáritas se trabaja para contribuir en la recuperación de las comunidades indígenas, llevando a cabo procesos de desarrollo e incidencia política. Pidiendo y exigiendo que nuestros hermanos puedan ejercer sus derechos en la Amazonía Ecuatoriana. En favor de:, 12 comunidades indígenas de la etnia Kichua, 1.170 personas atendidas (directos),  312.868 personas (indirectas) entre miembros de las comunidades y potenciales oyentes de las campañas de difusión.

Este proyecto se trabaja en tres fases.  La primera de diagnóstico reconociendo los impactos de los derrames petroleros en su salud física y psicológica con, diagnósticos de salud física y psicológica, entrega de kits de higiene y medicina, entrega de guías  de cuidado físico y psicológico frente a emergencias.

La segunda de restauración ecológica, mejorando el acceso a alimentos adecuados y seguros para su nutrición, con implantación de huertos familiares (chakra), adquisición de semillas, garantía de la seguridad alimentaria (2.414 kcal), aplicación buenas prácticas nutricionales (dietas). Y la tercera relacionada con los derechos humanos, con el objetivo de conseguir que las comunidades puedan empoderarse de sus derechos, para así ponerlos en práctica y exigirlos a las autoridades competentes.

El coste económico de este proyecto son 294.858 €, ya se han conseguido 225. 092 euros.

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