sábado. 20.04.2024
Anichkina Anastasia
Anichkina Anastasia

Cuando la tensión parece dar paso a un periodo de relativa calma, vuelven a sonar las sirenas en Kiev. Dos meses después de la invasión rusa, los ucranianos que en su día decidieron quedarse en su hogar, en el corazón de Ucrania, siguen luchando por sobrevivir. Las bombas continúan cayendo sobre la ciudad, pero el foco mediático se ha trasladado a otras zonas del país. Mientras, personas anónimas, voluntarios, pero sobre todo ciudadanos siguen luchando con los medios que tiene a su disposición para hacer más fácil la vida a los suyos.

Muchos renunciaron a salir de Ucrania cuando tuvieron la oportunidad. Es el caso de Anastasia Anichkina, hija de Olena, una de las ucranianas que decidieron hace ya años abandonar su tierra para ofrecer a su familia mejores oportunidades y, sobre todo, para vivir en paz. Atrás dejó a su hija mayor que hasta el estallido de la guerra trabajaba como modelo internacional viajando constantemente pero manteniendo su residencia en la capital ucraniana, donde reside junto a su prometido, Kirill.

“Se suponía que la boda sería en junio en Kiev. Pero en relación con la guerra en Ucrania, esto aparentemente será imposible, al menos en un futuro próximo.  Ahora la tarea principal es sobrevivir”, nos relata Olena. Apenas una semana antes del inicio de la incursión rusa -ese fatídico 24 de febrero que a todos se nos ha quedado grabado a fuego- su abuela decidió dejar atrás su residencia próxima a Luganks.

Con una vida entre hoteles, aviones y pisar sobre las pasarelas, Anastasia está acostumbrada a no saber dónde va a dormir, si bien la incertidumbre de una guerra dista mucho de la presión que se presupone a una modelo profesional. Un día en un búnker, otros cobijados en una de las estaciones del metro, cada día en la capital sigue siendo un capítulo más en la historia de la resistencia que los ucranianos están escribiendo a base de valentía, pero también de lágrimas, rezos y sangre.

Situación en Kiev. Fotografía: CEDIDA por Olena Anichkina
Situación en Kiev. Fotografía: CEDIDA por Olena Anichkina

Según Naciones Unidas, son ya más de 2.800 los civiles que han perdido la vida en Ucrania, la mitad de ellas en las codiciadas regiones de Donetsk y Lugansk. El corazón de Ucrania parece haber perdido fuerza, si bien sus ciudadanos siguen resistiendo día a día. Durante el inicio del conflicto, cuando la capital fue el objetivo principal de las fuerzas rusas dirigidas por Vladimir Putin, la misión de Anastasia era mantener a salvo a su abuela y asistir a los más necesitados. Cuando no están encerradas en su casa en el distrito de Pechersk o resguardadas bajo tierra, ambas han colaborado como voluntarias acercando medicamentos o alimentos, así como cualquier producto de primera necesidad que ha escaseado, especialmente durante las primeras semanas del conflicto.

“Cuando le pregunté por qué no venía a España con nosotros, me dijo que se quedaría y mi madre también, que no irían a ningún lado.  ¡Estarán allí hasta el final!”. Olena habla orgullosa de su hija, "es una patriota, está orgullosa de su pueblo y no se ha rendido a Rusia y a su régimen totalitario. Sigue allí luchando por la libertad y la independencia", clama, pero no puede esconder la preocupación lógica de una madre que, pese a conocer la independencia de su primogénita, no puede evitar comparar su situación con la de sus dos hijas menores que viven con ella y su marido en Zamora.

Los planes de Anastasia no pasaban, ni mucho menos por una guerra. Los disparos y las bombas han enturbiado sus planes de casarse en poco más de un mes. Anastasia tampoco estaba formada para asumir las consecuencias de una guerra que ha traspasado fronteras y se ha tornado en un conflicto internacional y que en la semana pasada ha vuelto a cobrarse nuevas vidas en Kiev.

Manifestación por Ucrania (10)
Manifestación por Ucrania (10)

“Desde muy pequeña ya sabía que mi hija sería especial, brillante, hermosa y sabia”. Anastasia aprendió prácticamente a dar sus primeros pasos sobre una pasarela, con apenas un año ya desfilaba. Hasta ahora nunca ha abandonado los focos ni se ha bajado de los tacones más que para asistir a los suyos en una guerra que nadie pidió.

Anastasia siguió la andadura de su madre, que desde la tranquilidad que ofrece Zamora puede recordar cómo participó en el concurso de belleza "Mrs. Luganonka-2000" en el que se alzó con el título "Mrs. Photo”: “Su carrera la inició imitándome y se ha convertido en su pasión”. Pasó por una escuela de música y su voz se dejó escuchar en varios concursos de los que aún conserva copas, diplomas y medallas. Ya de adolescente ingresó en la Academia de Variedades y Arte Circense de Kiev, en la que se graduó hace apenas dos años, estudios que compaginaba con la escuela de modelos y otro curso de maquillaje.

Como una de las caras que optó a Miss Ucrania, Anastasia se ha paseado por medio mundo luciendo modelos de marcas exclusivas, un lujo que ahora parece quedar muy lejano en el tiempo en un momento en el que los edificios han dado paso a toneladas de escombros, polvo y miedo.

Pese a todo, Anastasia conserva el espíritu de su madre, indómita por naturaleza, cantando a la paz como demostró en el examen final de la academia en el que interpretó el tema “1994”, canción escogida precisamente por la artista ucraniana Jamala para representar a su país en el festival de Eurovisión en el año 2016. Un canto a la paz.

Ya lo cantó Anastasia hace dos años replicando a Jamala hace cinco: “Podríamos construir un futuro/donde la gente sea libre/para vivir y amar/El tiempo más feliz/Nuestro tiempo”.

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