viernes. 19.04.2024

Fernando Tobías: "Vivimos en un sistema al que no le interesa que nos sintamos plenos; la felicidad no vende"

"El presente es el lugar más deshabitado del planeta". Palabra de Fernando Tobías, conferenciante, formador y autor del libro "Qué hace el mando de la tele en el frigo", una obra que, en clave de humor, nos enseña herramientas útiles y sencillas, basadas en la sabiduría milenaria del mindfulness, para aprender a gestionar la actual sobreinformación, las exigencias y el estrés en el que vivimos. Un estrés que nos lleva a "congelar" el mando de la televisión sin ser conscientes, a pasar por la vida acelerados y a no priorizar.

Tobías ha pasado por el Centro de Formación de Iberdrola en Ricobayo para ofrecer a los nuevos trabajadores de toda España una charla motivacional y ha viajado hasta Zamora capital para una entrevista en la que aborda algunos de los grandes problemas de la sociedad actual y da pautas para ser conscientes del presente en el que vivimos

Fernando Tobías, frente al Hotel II Infantas de Zamora
Fernando Tobías, frente al Hotel II Infantas de Zamora

-¿Qué hace el mando de la tele en el frigo?

-Vamos en automático y lo menos que nos puede pasar es meter el mando de la tele en el frigorífico. Vamos acelerados, hacemos una cosa y pensamos en otra. Le damos vueltas al pasado cuando ya no hace falta, nos anticipamos a un futuro que no existe y no estamos a lo que estamos.

-¿Por qué nos pasa esto y no somos felices aunque tengamos un techo, familia, comida, trabajo y vacaciones?

-Tiene mucho que ver con la educación y una cultura que nos envía mensajes de que lo que tenemos no es suficiente, que podríamos tener más. El consumo se basa en la insatisfacción, "ya estoy yo aquí para venderte". Vivimos en una cultura que necesita crecer porque el decrecimiento no es rentable. Vivimos en un sistema al que no le interesa que seamos felices, que nos sintamos plenos. Nosotros hemos comprado e interiorizado esos mensajes, que no nos permiten estar tranquilos ni un segundo.

-¿De qué depende entonces la felicidad?

-Cuando tienes las necesidades básicas cubiertas y ciertas comodidades, todo lo que añadas no te va a aportar más dosis de felicidad. Ser feliz tiene que ver más con saber disfrutar de pequeños momentos. Yo no suelo utilizar mucho el término felicidad porque la cabeza se nos va a conceptos que nos alejan de la realidad. Me gusta más hablar de bienestar. Se trata de estar en lo real y lo que yo enseño no tiene que ver con ser feliz si no con estar en el presente y disfrutarlo. Si viene una muerte, una separación o una enfermedad toca vivir esos difíciles momentos y a afrontar la realidad.

-Y no estamos preparados porque nos bombardean con el mensaje de la felicidad...

- Y hay que añadir que no se nos prepara para la muerte y la adversidad. En los colegios debería haber una asignatura sobre como afrontar la muerte con cierta naturalidad. Tampoco interesa que aceptemos la vejez porque así hay operaciones de estética, se fomenta la comparación, la competencia y la envidia porque al final todo es negocio. La solución, sobre todo para no cargarnos el planeta, es simplificar las cosas, ser más austeros y más producción de cercanía. Si aprendemos a reducir el consumo y a vivir más despacio seremos más felices. La mayoría de nosotros tenemos lo suficiente para ser felices, pero la mente, si no está adiestrada, es una máquina de desear más y más. A lo mejor Amancio Ortega está "jodido" porque se compara con Bill Gates o Florentino Pérez por no lograr la Superliga. La mente puede hacer que una niña se vea gorda cuando está en los huesos. No nos enseñan a manejar las emociones ni a gestionar el estrés ni a empatizar. 

-¿La violencia de género y la violencia vicaria son consecuencias de esa educación que hemos recibido?

-Es un fenómeno muy complejo que no se puede explicar con una sola variable, pero si yo no aprendo respeto al final veo a la mujer como un objeto y pretendo que me obedezca. Si ella pretende dejarme o se enamora de otro hombre, mi sistema no lo tolera y el hombre, que suele ser más agresivo que la mujer, afronta el conflicto maltratando o matando a los hijos, que son sus hijos, pero es tanta la rabia que lo hace. Una de las asignaturas pendientes de los centros educativos es la enseñanza de la inteligencia emocional.

-Todas las encuestas reflejan que los jóvenes son cada vez más intolerantes y que consideran la violencia de género una cuestión de ideología. ¿Se necesitan más cambios que la enseñanza de la inteligencia emocional?

-La educación emocional debería ser una asignatura transversal, estar integrada en todas las demás materias escolares. Los profesores y las familias deberían tener también recursos emocionales y psicológicos, pero si tus padres manejan los conflictos a gritos o a golpes y los profesores dicen una cosa y luego hacen otra porque no tienen esos recursos, pues el niño poco aprende. A mi me gustaba mucho el fútbol, pero ahora vas a un partido y un crío llama hijo de puta a un árbitro. Eso no sale de él, lo ha oído en casa. Si los padres van al fútbol y generan ese clima de agresividad y competitividad, el mensaje que le están mandando al niño es que el rival es una "mierda" y que sus compañeros son meros objetos para que él destaque. Si esto pasa en partidos de fútbol infantil que son un entorno lúdico, no nos extrañemos que luego ese chaval vaya por la vida creyéndose con derecho a insultar y a hacer lo que le de la gana.

-¿Los padres han "abdicado de su responsabilidad? ¿Son demasiado "amigos" de sus hijos?

-Hay que poner límites. La clave es amor y límites. Ahora, los papás y las mamás llegamos a casa cansados de trabajar y para evitar conflictos o discusiones, le ponemos al niño la tele o le damos el móvil. ¿Cuántos chavales tienen ordenador y televisión en sus habitaciones?. Eso les aísla. Yo doy clases de Habilidades Personales en la Universidad ICAI-ICADE y muchos llegan a clase y se creen que están en el salón de su casa. Muchos no saben lo que es la autoridad porque en casa no la tienen. Yo con mi hija de 7 años no negocio: hace lo que le dice y ordena su padre, punto. No se puede negociar todo ni ordenar siempre, pero ahora nos hemos ido al otro extremo. La educación no es democrática y hay veces que los hijos deben hacer lo que les ordenamos, sin más. Si les pedimos que apaguen la tele y pongan la mesa es para que lo hagan ya. En otras ocasiones puedo dar explicaciones o hacer un trato, pero siempre si los padres lo consideran oportuno.

-Pero ¿de dónde se sacan las energías para educar al niño en casa?

-Los niños y niñas deben saber lo que pueden y lo que no pueden hacer, deben tener límites pero eso supone, es verdad, un desgaste de energía. No hay más remedio. Si les dejamos hacer lo que quieren se convierten en "talibanes" y luego es muy difícil cambiar conductas en la adolescencia. Antes los españoles tenían más hijos, no había privilegios, pero ahora tenemos uno o dos, reciben regalos y regalos que dejan de apreciar en cuanto abren la caja. Con la novedad se produce dopamina en el cerebro y cuando ya saben lo que es, van al siguiente regalo y, al final, siempre quieren más.

-¿Cómo nos enfrentamos a las exigencias del trabajo diario? ¿Se puede ser feliz trabajando?

-Aunque hay que trabajar, nadie te pone un revólver para hacerlo. Si vas es porque quieres y, si no vas hay que responsabilizarse de las consecuencias. Hay que dejar las quejas continuas, aceptar y responsabilizarse. Es una tarea personal, hay que cambiar el chip. Dentro de la realidad hay un margen de maniobra que depende de cada uno de nosotros. En el libro "El hombre en busca de sentido", el psiquiatra Viktor Frankl narra su experiencia en los campos de concentración y asegura que los prisioneros que conservaron la actitud sobrevivieron, pero los que cayeron en la desesperanza perecieron. Si en esas situaciones tan terribles puedes elegir vivir, nosotros podemos elegir aunque nuestro trabajo sea una mierda. Hay que dejar de sacar el dedo y señalar afuera. Que cambien las circunstancias externas para que yo esté a gusto, no suele ser pasar.

-¿Qué culpa tienen los móviles y las redes sociales en el cambio de conductas de nuestros jóvenes?

-Es como darle a un niño un Porsche. Si no saben manejar las redes sociales pueden ser una perdición. No sabemos la cantidad de pornografía que pueden ver en sus móviles ni con quien hablan. En el primer mes de curso siempre pregunto a mis alumnos cuantos estudian con el móvil al lado y lo utilizan para fines no académicos: el 90% levanta la mano. ¿Cómo pueden estudiar chateando a la vez?. No se puede. El móvil es adictivo. Está diseñado para enganchar y si no aprendemos a inhibir el impulso de mirarlo, perdemos la libertad. Los Ceos de compañías como Facebook o Amazon cuando abandonan estas empresas cuentan como se contratan neurocientíficos para saber como funciona el cerebro humano. Los lik están desarrollados por neurocientíficos que conocen el sistema de como recompensar el placer.

-¿Y los medios de comunicación también contribuyen a ese grado de insatisfacción general?
-El impacto de tanta noticia negativa, buscando el "lado oscuro", genera una sensación continua de amenaza. La gente es más manipulable cuando tiene miedo. Solo hay que recordar las palabras de George Bush cuando dijo "vamos a luchar contra el eje del mal". Todo el lenguaje es bélico: luchar, estar en guardia, estrategia...esto te lleva a un estado de miedo-amenaza-peligro. En esta situación no te planteas nada porque tu cerebro se pone en modo sobrevivir y desecha todo lo demás. Los medios de comunicación nos permiten conocer la información con puntos de vistas muy distintos, pero hay tal barullo que nos cuelan muchas noticias falsas. Cuando el referéndum de Cataluña, por ejemplo, se mandaban por ambos lados vídeos de manifestaciones y violencia policial que no estaban sucediendo en ese momento. ¿Se puede creer uno las encuestas del CIS?. Estamos sometidos a un nivel de manipulabilidad exagerado.

-De los políticos ni hablamos...

-El grado de agresividad y la incapacidad para escuchar al otro es increíble. Da igual el contenido, el caso es llevar la contraria. Si lo único que mueve al político es conservar su puesto, su narcisismo, y se la "suda" lo demás, poco podemos esperar. Esto no ayuda a la educación emocional. A nadie le interesa cuestionarse su punto de vista y ver más allá. En un chat de amigos como cuestiones a uno, se sale del grupo y ya, no interesa el debate, yo mantengo lo mío, tú lo tuyo y no hay interacción. Al final esto se extiende al trabajo, a la comunidad de propietarios...pocas veces nos vamos a casa a reflexionar sobre lo que nos ha dicho el otro, y no digo que nos convenzan pero si que, al menos, nos cuestionemos nuestros planteamientos. Lo importante es ganar el debate. ¡Vaya panorama!.

-¿Cómo nos ha afectado a nivel emocional la pandemia y el confinamiento?

-La pandemia ha sido también una oportunidad. No se pueden negar las muertes ni la crisis económica derivada de la situación, pero no todo ha sido negativo. La naturaleza nos ha parado y era algo impensable, algo que solo podía formar parte del relato de esas películas de Antena 3 que echan después de comer. ¿Nos ha servido para reflexionar, priorizar, reconsiderar?. Mi percepción es que la mayoría estamos volviendo a lo de antes y no hemos aprendido gran cosa. Para la gente que no estaba preparada psicológicamente, el impacto ha sido brutal. En mi caso, durante la pandemia surgió el proyecto online "La Tribu". Nunca imaginé que iba a meditar con gente de toda España a través de una pantalla. Pero era eso o nada. Pasó la pandemia y seguimos meditando a las 6,30 de la mañana todos juntos.

-¿Es necesario "parar" el cerebro unos minutos?

-Es imprescindible. El día a día nos lleva a la aceleración y hay que buscar la manera de meditar que sea más afín a cada uno.

-Las estadísticas de los suicidios son terribles..

-Una media de 11 personas se van a suicidar hoy en España, y cada vez más jóvenes. Y las autolesiones en adolescentes están siendo un problemón. ¿Qué apoyo emocional habrá tenido un niñ@ para que acabé haciéndose daño?. Esto no significa que los padres puedan evitarlo todo, pero si los menores están aislados en su habitación, conectados continuamente a Internet, y sabemos poco de ellos, es un caldo de cultivo. Y se suicidan adolescentes de familias pudientes, es decir, nada tiene que ver el status económico.

-¿Qué pautas sencillas podemos seguir para ser conscientes del presente y no estar tan desesperanzados?

-El gran verbo es PARAR. Sacar unos minutos al día o a la semana para parar. Parar para preguntarse ¿cómo estoy?, tener una conversación con un amigo o amiga para contar como estás es fundamental. Lo de meditar unos minutos al día es una manera de parar. Hace falta aprender a observar la mente y no dejarse arrastrar por ella. Otra cosa que yo recomiendo es CONTEMPLASEAR, un paseo contemplativo, sin móviles, sin ir pensando en lo que hay que hacer cuando se llega a casa. Al estar distraídos mientras paseamos, no nos enteramos de lo que percibimos y la mente no descansa. Y fundamental: tener un MPM (Minuto Para MI), haciendo lo que a cada uno le guste.

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